Australia, el país del fin del mundo que eligió no apelar al lamento tanguero

Hace casi 2 años que se estrenó. Pero para alguien como yo que no la había visto, es una novedad. Hablo de “Eat. Race. Win” (Comer. Correr. Ganar), una excelente serie documental que muestra la tarea de la chef danesa del equipo Orica-Scott (actualmente Mitchelton-Scott) durante las 3 semanas del Tour de France 2017. Muestra y trasluce la pasión de la protagonista por la cocina de excelencia para los deportistas, así como también la de los franceses por producir alimentos de calidad de manera habitual. Además, obviamente, se puede apreciar algo del impactante mundo interno de los participantes del Tour y lo que rodea a la competencia.

El equipo ciclista sobre el que se focaliza el film es de licencia australiana. Esa particularidad me empujó a hacer un pequeño análisis posterior sobre ese país y su ciclismo. No soy un australianólogo ni cosa parecida; es mas, ni siquiera tengo el gusto de haber visitado ningún paraje de Oceanía. Pero quería establecer alguna comparación con nuestra Argentina, donde desde hace muchísimos años vengo escuchando la repetida cantinela con tinte de queja tanguera que “estamos condenados a no se cuantas calamidades irreversibles por estar ubicados en la otra punta del mundo”.

Para empezar tomé una regla y un planisferio. Aleatoriamente elegí como referencia a Paris, un lugar que podría ser considerado “centro” considerando varios aspectos. Medí y resultó que, en mi escala, Buenos Aires estaba a 19 centímetros y Sydney a 30 centímetros. No conforme con eso, reemplacé la capital francesa por el lugar de Estados Unidos (¿alguien se animaría a negarle su carácter de “centro”, aunque sea en lo económico?) mas cercano a ambas urbes, y la medición arrojó 12 y 20 cms respectivamente. No fue difícil concluir que si nosotros estamos lejos, los australianos están recontra mas lejos. Y encima tienen un territorio casi 3 veces mas grande que el nuestro, habitado apenas por algo mas que la mitad de la población argentina.

Está claro que en materia ciclística nuestro brillo a nivel internacional, con alguna notable excepción que confirma la regla, no es ni siquiera satinado; es mate, opaco.

En cambio Australia, la “lejana”, es una potencia. Entre otros éxitos, surgido de sus escasos 25 millones de habitantes, han tenido en tiempos cercanos un ganador del Tour de France (Cadel Evans), uno de los integrantes de su equipo local Mitchelton-Scott (el británico Simon Yates) se ha llevado la Vuelta a España y sus oriundos han triunfado en 33 etapas del Tour, otras 33 del Giro d´Italia y 14 de la Vuelta a España

En las clásicas y vueltas de una semana mas prestigiosas del calendario internacional subieron al escalón mas alto del podio repetidas veces. Entre ellas en la Milano-Sanremo (Matthew Goss y Simon Gerrans), en la Paris-Roubaix (Stuart O´Grady y Mathew Hayman), en la Liège-Bastogne-Liège (Simon Gerrans), en la E3 BinckBank -antes llamada E3 Harelbeke- (Phil Anderson), en la Amstel Gold Race (Phil Anderson), en la Flèche Wallonne (Cadel Evans), en la Paris-Nice (Richie Porte en 2 ocasiones), en la Tirreno-Adriático (Cadel Evans), en la Volta a Catalunya (Richie Porte), en el Tour de Romandie (Phil Anderson, Cadel Evans 2 veces, y Richie Porte), en el Critérium du Dauphiné (Phil Anderson) y en el Tour de Suisse (Phil Anderson y Richie Porte). Junto con otros 13 triunfos en el Tour Down Under realizado en tierras propias.

Cadel Evans fue también Campeón Mundial de Ruta, Michael Rogers ganó 3 veces el título ecuménico de contrarreloj, y el actual monarca Rohan Dennis lo ha hecho en 2 oportunidades. Este último también tuvo esporádicamente el record de la hora.

Cuentan además con pedalistas ruteros de excepción como Michael Matthews, Caleb Ewan o el veterano Adam Hansen, poseedor de la extraordinaria marca de 20 Grandes Vueltas consecutivas corridas y terminadas.

Y en la pista son numerosos los medallistas mundiales y olímpicos surgidos de Australia, tanto en damas como en caballeros.

El mencionado equipo Mitchelton nació a finales del año 2011 sobre la base de inversores australianos que decidieron poner en marcha un proyecto de largo plazo que fuera creciendo consistentemente. De acuerdo a lo planeado fueron haciéndolo, hasta lograr el ya referido triunfo en la Vuelta a España 2018. A lo largo del tiempo incorporaron también un equipo femenino que compite en la categoría elite.

Tal vez mi conclusión sea apresurada, pero a la luz de la evidencia de los australianos, el hecho de estar “en la otra punta del mundo” no parece ser la causa de nuestra desgracia, ni ciclística ni de otras cuestiones. Es tal vez un motivo externo mas, infundado, de esos a los que tanto los políticos como gran parte de la sociedad encuentra cómodo echarle la culpa de nuestros propias incapacidades y fracasos. Haber seguido otro rumbo tanto político como económico quizás sea el motivo por el cual Australia pudo desarrollar ese enorme potencial ciclístico individual y colectivo, a pesar de estar perdidos en el medio del océano a miles de kilómetros de los lugares relevantes. Posiblemente por allá no se escucha hacer declaraciones pre y post viajes al exterior, en especial a dirigentes, mencionando que van a los torneos internacionales con el objetivo de “ir haciendo experiencia”. Alguna vez lo dijo Borges de esta manera : “lo importante no son las experiencias, sino lo que uno hace con ellas”. Por nuestras tierras da la impresión que hasta ahora hemos hecho bastante poco.

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